El hebreo es una lengua maravillosa y su historia es muy llamativa. Es parte de la historia de los judíos, el llamado «pueblo errante». Se desarrolló a partir de los dialectos semíticos cainitas del nororiente, uno de los muchos idiomas que lo engendraron.
Desde el principio fue parte de la identidad de los hebreos, también conocidos como israelitas. Era el lenguaje de los antiguos reinos de Israel, que eran bastantes, especialmente en el apogeo del antiguo Israel, durante los reinados del rey David y el rey Salomón. Es el idioma original de la Biblia. Un texto, como sabes, de gran importancia para muchas personas en todo el mundo hasta el día de hoy.
Al igual que otros idiomas, estuvo al borde de la extinción en varios momentos, pero tuvo un renacimiento y, actualmente, aún se lo habla en su antigua patria. Sin embargo, antes de que se diera este nuevo despertar, el hebreo emprendió un viaje de miles de años. Luego de pasar por muchas fases en su evolución como lenguaje, se detuvo repentinamente a comienzos de la era común (e.c.). El hebreo dejó de ser una lengua hablada diariamente en aproximadamente el año 400 e.c.
Cuando otros idiomas comenzaron a suplantar al hebreo
Puedes pensar que esta es una historia triste, un canto de cisne de un bello lenguaje. Por suerte, ¡conoces el final feliz! Pero, antes de llegar allí, debemos visitar algunos lugares, empezando por Babilonia. Los babilonios buscaban la conquista y el imperio por medio de la espada y la sangre. En 597 a.e.c. (antes de la era común), Babilonia invadió Jerusalén y dejó gran parte de la ciudad devastada. El Primer Templo fue destruido. A los israelitas los trasplantaron a la ciudad capital de ese imperio, y su vínculo con Tierra Santa se cortó. Esto podría haber significado el fin para los hebreos. Como era costumbre en esa época, la conquista a manos de un enemigo generalmente significaba la aniquilación o absorción del pueblo conquistado. Esta absorción implicaba que la nación conquistada debía incorporar todo lo de la nación conquistadora.
Esto no fue así para los hebreos. Incluso en el exilio, se apegaron a sus tradiciones, incluida su lengua materna, aunque sí aprendieron a hablar arameo. Esta también era una lengua semítica, y era la que hablaban sus conquistadores. Como idioma común, era conveniente utilizarlo entre los diferentes pueblos.
En todo caso, lo que los babilonios sembraron a espada, a espada lo cosecharon. Los persas se habían convertido en la nueva fuerza dominante en la región, y conquistaron Babilonia. Así fue como tomaron el control de este imperio. Al ser una nación más tolerante, permitieron que los hebreos regresaran a su tierra natal. Los hebreos se llevaron el arameo con ellos y su uso era cotidiano. (Por eso es que esta lengua antigua todavía es estudiada por los eruditos bíblicos en la actualidad, pues formaba parte de los pergaminos bíblicos). El hebreo ahora tenía un idioma «competidor» en su propio terreno.
Indudablemente, Alejandro Magno era guapo a otro nivel, por lo que podemos ver aquí. Colin Farrell ciertamente no le hizo justicia. (Fuente: Wikimedia)
La visita de Alejandro Magno.
Según todos los relatos, Alejandro era guapo, brillante y talentoso. En verdad se salía con la suya. Tenía una forma de destruir completamente cualquier cosa o persona que se interpusiera en su camino. Cuando marchó por Judea, trajo consigo el helenismo, incluyendo el idioma griego. Y los israelitas se aseguraron de no enemistarse con él.
El conquistador macedonio había derrotado a Persia, lo que significaba que el botín incluía todos los territorios que anteriormente le pertenecían a este imperio. Y esto abarcaba las tierras de los hebreos. ¿Notas una tendencia aquí?
El helenismo es la cultura de los antiguos griegos. Incluía su filosofía, modas e inclinaciones artísticas. Y ahora se extendía por todo el mundo conocido, gracias a los macedonios. Muchos judíos se helenizaron, y de ello salió algo bueno. El Talmud, sagrado hoy entre los judíos, estuvo fuertemente influenciado por esta escuela occidental de filosofía y pensamiento filosófico. Incluso hasta la actualidad, el Talmud se recomienda a los estudiantes de derecho para estudiar. ¿Y sabes por qué? Porque su estructura argumental es considerada una de las mejores del mundo,
pero nos fuimos de tema.
El helenismo derivó en una nueva tendencia entre los judíos a entrar en la diáspora, de explorar nuevas tierras que los conectaban con el mundo más amplio. En este proceso adquirieron nuevas lenguas, como el griego antiguo. Este idioma también se convirtió de uso común en los territorios israelitas. En oposición a ello, más tarde se formó el judaísmo rabínico, que llevó consigo el hebreo y permitió que la religión judía fuera «portable».
Roma hace su aparición en el escenario mundial
Existe una distinción muy interesante entre los idiomas en desuso. Por un lado, están las lenguas extintas y, por otro, las lenguas muertas. Una lengua extinta no tiene hablantes en ningún lugar del mundo en la actualidad. Ni nativos. Ni religiosos. Ni escolásticos. En contraste, una lengua muerta no tiene hablantes nativos, sin embargo todavía se utiliza. Para fines litúrgicos, por ejemplo. O en la educación, como el latín. El latín, la lengua de Roma, es una lengua muerta. Pero, sin duda, es lanzada como dardos en todos los tribunales de muchos países en todo el mundo.
En cualquier caso, los romanos relevaron a los macedonios (la tendencia continúa…). Inicialmente, las cosas eran pacíficas entre los romanos y los judíos. Hasta que algunas rebeliones causaron que esta relación se desgastara. ¿El resultado? Roma cayó sobre Judea en el 70 e.c., cuando los judíos se rebelaron contra el dominio romano. Y aunque los judíos eran luchadores apasionados y dedicados, nadie podía hacer frente al poder de Roma.
Los últimos en ser derrotados fueron los zelotes, que defendían su fortaleza de Masada, y se negaron a rendirse ante los romanos que los asediaban. Su historia pertenece al heroísmo trágico. Otra parte de esta tragedia fue la pérdida del Segundo Templo. Los romanos lo destruyeron con explosivos que eran relativamente sofisticados para la época. Los incrustaron en las paredes del Templo y los hicieron estallar, y esto produjo un tipo de daño similar al que podría causar un petardo en un puño cerrado. Esto resultó en más judíos acudiendo a la diáspora.
Pero lo peor estaba por venir.
Cuando el hebreo se convirtió en una lengua muerta
Hubo una última rebelión. Y fue épica. Fue una rebelión digna de una película de Hollywood con un megapresupuesto. Ocurrió en la provincia romana de Judea, que incluía las regiones de Samaria, Idumea y, por cierto, Judea. No todos los judíos de los ex reinos de Israel estaban aquí. Algunos estaban en Galilea y en los alrededores, por ejemplo. Pero muchos sí estaban. Y ya habían tenido suficiente.
Conocida como la Revuelta de Bar Kojba, alrededor del 115-117 e.c., comenzó por problemas no resueltos entre los administradores romanos y el pueblo judío. Como por ejemplo colocar estatuas romanas en lugares sagrados judíos; además de las tensiones políticas.
Cuando comenzó la guerra a los judíos les fue bien. Rodearon y destruyeron una guarnición romana. Lucharon con éxito contra las legiones de refuerzo que llegaron de zonas vecinas como Arabia. Incluso lograron establecer estados independientes durante un tiempo. Tenían monedas acuñadas, ese tipo de cosas. Tal era su ímpetu con tal de defender su libertad.
Pero más feroz era la gran parte del ejército romano que fue enviado a pisotear los fuegos de la rebelión. Adriano, emperador de Roma, había llegado a su límite y envió seis legiones con refuerzos. En una de las guerras más devastadoras de la época, los romanos acabaron diezmando la zona, aunque no sin graves pérdidas para ellos mismos. Dos legiones tuvieron que ser disueltas debido a las graves bajas.
Como resultado de esto, y de la represión total de Adriano —que estaba furioso por la gran cantidad de bajas que los judíos causaron en sus tropas— a los judíos se les prohibió entrar en Jerusalén. También sufrieron otras consecuencias. El judaísmo rabínico comenzó a ser reprimido. Esto incluyó a judíos de regiones que no estaban directamente involucradas en la rebelión, e incluso a cristianos judíos (ya que las dos religiones no eran del todo diferentes en ese momento), que se habían negado a participar.
Entre los que se rebelaron y lucharon en la provincia, muchos murieron o fueron tomados como esclavos. Muchos judíos, devastados, se unieron a la diáspora.
En cuanto al hebreo, muchos judíos ya usaban el arameo y el griego con más frecuencia que su idioma original, ya que estos dos idiomas eran considerados internacionales y cosmopolitas en ese momento. Y, por supuesto, el latín dominaba todo. Probablemente debido a la rebelión fallida, el hebreo experimentó un mayor declive, que coincidió con el marchitamiento del nacionalismo. Luego, alrededor del 400 e.c., dejó de ser por completo una lengua nativa.
Dondequiera que fueran los judíos, las lenguas de sus nuevos hogares se convertían en sus lenguas maternas. Pero el hebreo logró sobrevivir de algunas formas: tanto para el comercio entre judíos, como también la lengua sagrada para leer las Escrituras y la Torá.
En la diáspora
Muchos judíos viajaron a los países de Medio Oriente y encontraron allí un oasis de esperanza y un hogar. Incluso cuando el Islam nació en el siglo VII, los judíos eran vistos como «la gente del libro» y eran tratados bien.
No fue así en Europa, donde en repetidas ocasiones fueron recibidos en algunos países para potenciar su economía, pero luego obligados a huir por imposición de las armas. Esto era para reemplazar sus puestos de poder por representantes de las etnias asociadas con esas naciones en particular. El patrón se repitió muchas veces. No ayudó que las comunidades judías se mantuvieran apartadas, en su mayoría, y fueran vistas por los locales como «los otros». Dispuestos a aprender el idioma, pero no a integrarse plenamente, los judíos se mantuvieron unidos entre ellos. En tiempos de desastre, esto llevó a que se convirtieran en chivos expiatorios y a aterrorizarlos.
A lo largo de los viajes de los judíos por muchos países, se mantuvieron como una nación en sus corazones. Incluso divididos por distancias geográficas, a miles de kilómetros, los judíos siempre tuvieron un hogar espiritual que viajaba con ellos dondequiera que iban. Ya fuera en la húmeda oscuridad de los guetos de Europa del Este, o en las tierras luminosas y soleadas de Irak, los judíos estaban conectados por su Torá. La Torá llevaba consigo la palabra de Dios. Pero, además, para los judíos, llevaba un lenguaje antiguo. El hebreo.
El lenguaje del hogar.
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Una lengua muerta que vive
Aunque los judíos hablaban árabe, inglés, francés, alemán y yiddish en su vida diaria, todos se reunían para orar en hebreo en cualquier parte del mundo donde estuvieran. Un idioma que se lleva en el corazón no se puede olvidar.
La tradición judía de transcribir o crear una Torá fue un proceso delicado. Puede que sepas que un solo error en la caligrafía de una sola letra causó que la Torá fuera abandonada. Esta Torá estropeada, de todos modos, todavía se consideraba lo suficientemente sagrada como para poder descartarla así no más. En lugar de eso, se la sepultó y devolvió a la tierra como si fuera una persona que ha fallecido.
Solo una Torá sin una sola alteración podría considerarse sagrada. Esto era importante porque implicaba que las derivaciones naturales de los idiomas, que ocurren con el tiempo debido a errores de transmisión, no podía ocurrir aquí. No importa qué comunidad judía visites en el mundo, la Torá será siempre la misma, palabra por palabra, gracias a esta tradición. Debido a la diligencia y reverencia que se le dio, el hebreo nunca cambió ni se perdió. Incluso con los judíos esparcidos por la diáspora.
El mar Muerto, llamado así por su alto contenido de sal que hace imposible que la vida exista en él. ¡Pero el regreso de los judíos a esta región significó que el hebreo ya no fuera una lengua muerta!
El regreso triunfal de los hebreos
En el siglo XIX, en respuesta a la intensidad del antisemitismo en varios países europeos, un congreso mundial de judíos decidió reavivar una causa nacional. Desde la revuelta de Bar Kojba contra Roma, no había existido este intenso deseo de nacionalismo, autodeterminación e identidad nacional. En vista de que el hebreo se asociaba con los antiguos reinos de Israel, naturalmente esto lo llevó a convertirse en el idioma nativo de los judíos. Y sus hablantes continuaron aumentando en número a medida que comenzó la migración hacia lo que ahora es el Israel moderno.
Avance rápido hacia el siglo XX Las comunidades judías, distanciadas a lo largo de dieciocho siglos, se reunieron en la tierra de Israel. Todos llevando la misma santa Torá. Y, en consecuencia, el idioma con el que todos podían relacionarse era el hebreo. Desde entonces el hebreo evolucionó en una lengua moderna, y se convirtió en el idioma oficial.
El hebreo une a todos los diferentes judíos que llegaron como refugiados e inmigrantes a una tierra que habían perdido por casi dos mil años. El emperador romano Adriano tuvo la intención de destruir completamente a los judíos durante su represión y castigos de la revuelta de Bar Kojba. Quiso borrar a Judea del mapa, literalmente. Cambió el nombre de la región por «Syria Palaestina».
Planeó que los judíos se dispersaran en otras culturas, fueran absorbidos por ellas y perdieran su identidad. Que el hebreo se convirtiera, no en una lengua muerta, sino en una lengua extinta. Sin embargo, fracasó. La rueda gira, y el hebreo y sus hablantes sobrevivieron mucho tiempo a los romanos que buscaron su destrucción. Como muestra de su nacionalidad, los israelíes ríen, bailan, sonríen, cantan, y comparten historias y bromas en hebreo.
Aunque todavía hay una diáspora. Los judíos continúan en muchos de sus países adoptivos hasta el día de hoy. Algunos tienen la intención de regresar a su hogar espiritual en algún momento, muchos simplemente quieren ser parte de la magia que es el hebreo israelí. La habilidad de hablarlo con fluidez, cuando visitan Israel, es estimulante para aquellos cuyos corazones están con el país. Hablar con alguien local y recibir una cálida bienvenida es muy especial.
Curiosamente, el hebreo es uno de los únicos ejemplos de una lengua muerta que volvió a la vida. Y sigue siendo el tejido conector entre todas las comunidades judías del mundo que tienen su corazón en Israel.
Si quieres conectarte con este idioma tan expresivo, apasionado y poético, considera estudiarlo en Rosen Instituto de Hebreo. Tenemos una alianza con la Universidad Hebrea de Jerusalén y somos el proveedor educativo oficial de los ministerios de Relaciones Exteriores y de Educación de Israel. Lo que nos permite ser un contribuyente valioso para la propagación del hebreo a nivel mundial.
¡Decídete, contáctanos! Y aprende a hablar el idioma que tus ancestros hablaron hace más de dos mil años. Después de todo, ¿cuántos pueblos pueden contar la misma historia?
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